A lo largo del desarrollo del TFI se buscará realizar un análisis de las relaciones de poder existentes en la comunidad, esto es, la forma en la que se dan los intercambios entre actores sociales, grupos organizados e instituciones del lugar; así como el proceso a través del cual estas relaciones, en oportunidades, comienzan a transformarse y acercarse a lo que puede denominarse “estados de dominación”. Presentando a la fragmentación social como al escenario más favorable para que estos estados se generen y perduren en el tiempo, y simultáneamente, resaltando la presencia de resistencias y la importancia de crear espacios en donde la desnaturalización de estas situaciones sea posible. Teniendo siempre como punto de partida la práctica realizada a lo largo de estos dos años, el trabajo dará a conocer la existencia y permanencia de espacios que restringen, y en oportunidades niegan, la posibilidad de elección personal y colectiva. Sera la división entre los grupos organizados, entre las instituciones que la con y los profesionales interviniendo en la realidad barrial; el contexto que ayudará a explicar mejor la cristalización de determinadas formas de intercambio no favorables para el desarrollo de la comunidad. La distancia entre actores multiplica y debilita las demandas, las movilizaciones, la capacidad de negociación y organización del barrio, por lo que, el resquebrajamiento de los vínculos pareciera ser la base en la cual se afirman prácticas que tienden a la dominación. De esta forma, frente a actores debilitados, se vuelve posible el discurso de una única voz, la imposición de una perspectiva, la concreción de la voluntad de una de las partes de la relación. Esta parte funciona, hace y deshace mientras que los cuestionamientos y las propuestas de los actores territoriales no le signifiquen una amenaza. Domina. Por sedimentarse en el tiempo, por repetición; y principalmente, por la ausencia de resistencias y voces alternativas. La dominación como forma de vincularse está presente en la relación hombre-mu, aslos hijos, en las instituciones que brindan servicios a la comunidad, en la intervención de los actores externos a la misma y en el intercambio comunidad-representantes gubernamentales. Absolutamente naturalizada, parte de los actos simples y repetidos de cada día. ¿Por dónde comenzar a perturbarla, por donde irrumpir?¿Cuáles son sus debilidades? ¿Qué fuerzas actúan contra esta forma de relación?¿Cómo trabajar para transformar, revertir algo internalizado en las personas en general? Estas son algunas de las preguntas que irán guiando el análisis y, sobre todo, la generación de alternativas de acción. La elección de esta temática tiene que ver con una situación que prevalece, no sólo en el territorio en el cual realicé mi práctica sino en la ciudad de Bahía Blanca en general. La toma de decisión vertical se muestra como el obstáculo más fuerte en la búsqueda de nuevas formas de construcción y gestión comunitaria. Este modelo se sostiene y reproduce en una sociedad bahiense que puede visualizarse “,despolitizada en términos generales; quien lejos de convertirse en una interlocutora de sus representantes, por diversas razones, se somete a la voluntad de los mismos. Sin embargo, en algunos barrios alejados, existen períodos en los que la historia comunitaria cuestiona esta modalidad general y parecen abrirse otras posibilidades. En Spurr, por momentos, la memoria se remonta al origen del barrio y surgen espontáneamente movilizaciones colectivas frente a alguna circunstancia determinada. Vuelve a tiempos donde la situación límite marcó la necesidad de unirse a otros “pasando por lo mismo”. Aquí puede encontrarse la importancia de recuperar estos retazos de la historia, volver al asentamiento, a las “tierras tomadas” y al momento de la migración, en tiempos donde se vuelva necesaria una actuación colectiva. La defensa del derecho a una vivienda y los lazos de solidaridad en el tiempo de construir residencias precarias con el peligro constante de “ser sacados del lugar”, constituyen la base a partir de la cual la comun sigue exigiendo el cumplimiento de otros de sus derechos y conquistándolos. Eso se mantiene latente frente a diferentes situaciones en las que algunos n sus derechos vulnerados. Pero la conquista del derecho a participar y acceder a la toma de decisión parece ser más compleja. Y esto se relaciona directamente con la naturalización de situaciones de dominación y la representación que la comunidad tiene de si misma, los límites que se marca en su actuación. El siguiente trabajo busca comprender la razón por la cual después de distintas movilizaciones tendientes a la defensa del derecho a la participación, de un día para otro, la sensación de movimiento en el territorio vuelve a interrumpirse, los actores vuelven a encerrarse en las instituciones y la comunicación entre ellos se corta. El territorio es comprendido no simplemente como la delimitación de un espacio físico concreto, sino también, como una constante construcción social e histórica. De este modo, las particularidades del paisaje de Spurr mucho tiene para decirnos de sus habitantes y viceversa. Siempre que se haga referencia a una paralización del territorio, se estará hablando no únicamente, de un momento en el cual, a simple vista, se percibe una detención en el paisaje del barrio, sino, y quizás principalmente, en los instantes en que el accionar de sus actores queda suspendido en la inercia. Del mismo modo, que después de una denuncia de violencia intrafamiliar, la mujer, la adolescente o la niña se retraen. La resistencia a una situación que resulta intolerable y genera sufrimiento es generalmente momentánea, una de las partes de esta relación, de existir la ocasión, vuelve a subordinarse a la otra, acata esa voluntad, amolda su comportamiento y calla. Las preguntas que motivan el análisis siguiente son siempre las mismas formuladas de distintas maneras: ¿Cómo recuperar estas voces? ¿Cómo lograr salir del pliegue que genera la sumisión? ¿Cómo resistir a la prepotencia? ¿Cómo proponer un orden diferente al impuesto?