Dentro del esquema de la modernización y la globalización en una región de cultura tradicional, la posibilidad de iniciar una organización social y empresarial basada en los principios de la sustentabilidad impuso un trabajoso proceso que concluyo con un arreglo que dejó a los habitantes locales una vez más dueños de sus destinos, pero esta vez con herramientas nuevas, más eficaces y más eficientes. Estas herramientas, o mejor sería decir complejo de herramientas, desde un principio se habían mostrado con claras ventajas por sobre las organizaciones empresariales hasta ese momento en uso, y que no habían reportado ganancias que equipararan los saldos positivistas de todos los miembros involucrados. En este contexto, una ONG propone un modelo diferente de desarrollo, concebido para propulsar la participación activa de los locales, compartiendo conocimientos, contribuyendo a impulsar un modelo holístico de interacción entre las comunidades y sus ecosistemas. El proceso de generación o producción de objetos artesanales y artísticos implicó fuertemente a varios representantes de la comunidad social. Pero este proceso de implicancia no se detuvo ahí: se extendió desde ese punto focal, Aregüá, por sobre las comunidades involucradas. Además, desde ese entonces se ha estado promoviendo la participación activa de los artesanos, fortaleciendo sus lazos con el ecosistema, y administrando productivamente los recursos naturales sustentablemente. Esto permitió a las comunidades desarrollar su propia versión de un programa local de autogobierno – autonomía – y, al mismo tiempo, crear una alternativa a la marginación urbana.